10. Los problemas del gentil vanidoso
En cierto tiempo vivía en Jentilbaratza un gentil muy fuerte: dominaba a todos los demás gentiles.
Pasaba su tiempo dando vueltas de Jentilbaratza a Leizadi y de Leizadi a Jentilbaratza. Y cierto día se le ocurrió bajar donde los cristianos para comprobar si había algún hombre con quien pelear.
Se dirigió hacia Lazkao y en el camino se encontró con un muchacho de catorce años. Le preguntó si él era un hombre. «Aún no soy hombre, soy demasiado joven» le respondió el muchacho.
Tras pasar Lazkao se encontró con un anciano en el camino hacia Senpere y le preguntó también si él era un hombre. El anciano le respondió que él ya estaba de vuelta pero que en la ferrería de Beasain encontraría hombres hechos y derechos.
El gentil se dirigió directamente a la ferrería de Beasain y preguntó si había hombres allí. Y salió un cristiano herrero. Y entonces el gentil le dijo: «Si hay algún hombre capaz de doblarme la zarpa, que salga».
El herrero respondió que sí, «espera a que salga yo con dos dedos». Así, cogió al gentil con unas tenazas enrojecidas en el fuego y le cortó la nariz.
El gentil regresó a Jentilbaratza gritando y sus amigos le preguntaron sobre qué le había pasado. «Los cristianos tienen malas artes», respondió. Y desde entonces los gentiles temen a los cristianos.